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Mensaje de Cuaresma 2021 del Patriarca Maronita Su Beatitud Bechara Pedro cardenal Rai.

  • Foto del escritor: Noticias Maronitas
    Noticias Maronitas
  • 12 feb 2021
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 12 feb 2021




UNDÉCIMO MENSAJE DE CUARESMA

DEL PATRIARCA MARONITA

SU BEATITUD BECHARA PEDRO cardenal RAI

"Cuaresma en tiempo de la pandemia de coronavirus"

Bkerke 2021

A nuestros queridos hermanos los obispos,

santos Superiores Generales y Superioras Generales,

a los respetados sacerdotes, monjes y monjas,

y a todos los hijos de nuestra Iglesia maronita en el Líbano, del dominio patriarcal

y en los países de expansión, queridos amigos.


La Paz en el Señor Jesús y mi bendición apostólica


En mi mensaje abordo el canon del ayuno y las pautas para su práctica.


Primero: la ley del ayuno

1. La ley del ayuno es antigua y anterior al judaísmo, el cristianismo y a el islam, ya que acompañaba a todos los pueblos. Encontramos mucho sobre él en escritos y grabados de las religiones romana, griega y antigua. Fue una expresión de arrepentimiento y una solicitud de misericordia divina durante las adversidades como enfermedades, epidemias, injusticias, persecuciones y guerras. El ayuno era una necesidad y una obligación de todos, que el grupo asumía con el compromiso de sus miembros.


He aquí, el profeta Joel , por ejemplo, el pueblo de la palabra del Señor: "Vuélvete a todo tu corazón, con ayuno, llanto y sollozo". Joel añade: “Rasgad vuestros corazones, y no vuestros vestidos, y vuélvete al Señor tu Dios, que es tierno, misericordioso, clemente y lleno de misericordia, y se arrepiente del castigo” (Joel 2, 12-13).


2. En la Biblia, el ayuno estaba acompañado de varias situaciones: la gente solía ayunar cuando sentía en necesidad de Dios: para el consuelo en el dolor extremo, para el perdón cuando había arrepentimiento de pecados graves, para librarse de grandes desastres y plagas, para la liberación de el yugo de la opresión. La gente solía ayunar y orar cuando Dios les advirtió, a través de los profetas, que serían azotados con plagas causa de que habían entregado al pecado y no querían arrepentirse.


3. El ayuno, acompañado por el arrepentimiento del corazón calma la ira de Dios por los pecados de la gente. Tenemos la mejor evidencia cuando, el profeta Jonás en el nombre del Señor llamó al pueblo de Nínive, la gran ciudad, por lo que clamó diciendo: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida. Las gentes de Nínive creyeron en Dios. Convocaron a un ayuno y se vistieron de saco del mayor al más pequeño. Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se quitó el manto, se cubrió de saco y se sentó en la ceniza. Y mandó pregonar y decir en Nínive, por decreto del rey y de sus magnates, lo siguiente: -Hombres y bestias, vacas y ovejas, que no prueben nada, ni pasten ni beban agua. Que hombres y bestias se cubran de saco y clamen a Dios con fuerza. y que todos se aparten de su mal camino y de la violencia que está en sus manos, ¿Quién sabe si Dios se dolerá y se retraerá, y retornará del ardor de su ira, y no pereceremos nosotros?. Dios miró sus obras, cómo se convertían de su mala conducta, y se arrepintió Dios del mal que había dicho que les iba a hacer, y no lo hizo”(Jonás 3).


Es a través del ayuno junto con la fe y la oración, con lo que logramos alcanzar la misericordia de Dios. Esto significa que el ayuno en sí mismo no tiene ningún efecto mágico. Cuando el Señor Jesús expulso a un espíritu inmundo de un niño que lo estaba atormentando, los discípulos le preguntaron: ¿Por qué nosotros no podemos expulsarlo? Él les respondió: “Por tu falta de fe... Esta genero de demonios no salen, excepto con oración y ayuno” (Mateo 17, 18-21).


4.- Los pecados se multiplicaron en el mundo, sin ningún arrepentimiento, así el mal se extendió, como la pandemia del coronavirus se propago y se extendió por todo el planeta, no inmovilizó, afectando a miles y miles de personas en todas las partes de la tierra, ha provocado la muerte de miles y miles de personas de todas las edades. Se ha visto la incapacidad de la medicina y de la investigación médica científica para controlarlo y encontrarle una cura que sea capaz de erradicarlo.


La pandemia de la coronavirus es una ocasión que nos obliga a todos a expiar nuestros pecados y males del mundo, e invocar a Dios para que tenga misericordia de nosotros y de toda la humanidad, diciendo: “Apúrate, Señor, para darnos la victoria, no te apartes, oh Señor, ten piedad, Señor, ten piedad de tu pueblo”.


Así que antes de que Jesucristo comenzará su misión, pidiendo “el arrepentimiento y a creer en el Evangelio” (cf. Marcos 1, 15), ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches, para expiar los pecados de los seres humanos. Satanás lo tentó tres veces y el Señor lo derrotó con el poder de las palabras de Dios (ver Mateo 4, 1-11), nos dio un ejemplo al ayunar, orar, escuchar las palabras de Dios para enfrentarlo, y acudiendo a Él ante las tentaciones y las seducciones.


5 En el Sermón del Monte, el Señor Jesús conjunto la caridad, la oración y el ayuno (Mateo 6, 1-18).


Con la caridad, restauramos la relación con nuestros hermanos y hermanas, ayudándolos en sus necesidades, dándoles lo que es suyo, porque “los bienes de la tierra son preparados por Dios para todos los hombres” (Gaudium et Spe, 69). Ayudarles es “un deber como un título de justicia” (Carta sobre el apostolado de los Laicos, 8). En cuanto a abstenerse de compartir nuestros propios bienes con los pobres, es, en palabras de San Juan Crisóstomo, el robo de sus derechos, la usurpación de sus vidas y de los bienes que les pertenecen.


A través de la oración restauramos nuestra relación con Dios, porque con ella elevamos el alma a Él, nos presentamos en Su presencia y contemplamos la realidad actual de nuestra vida, subrayando las luces de la santidad de Dios. Nos damos cuenta de que nuestras vidas están teñidas de muchos pecados, imperfecciones y descuido de los deberes, maltrato y abuso a los demás. Así que debemos ofrecer una oración de alabanza a Dios, de arrepentimiento y una súplica por Su perdón y misericordia, una solicitud de Su gracia para fortalecernos en nuestras buenas intenciones.


Al ayunar, restauramos nuestra relación con nosotros mismos. El ayuno es expiar nuestros pecados, someternos a nuestra voluntad, restringir nuestras inclinaciones pervertidas y dominar nuestros sentidos. Nuestra abstinencia voluntaria de alimentos y nuestra sensación de hambre temporal, nos llevan a pensar en quienes padecen hambre permanente, por lo que debemos ayudarles a acabar de su hambre. La regla es que, con lo que ahorramos de nuestros gastos de ayuno, ayudemos a nuestros hermanos y hermanas en sus necesidades. En esta ocasión, extiendo mi saludo y agradecimiento a todos aquellos que toman iniciativas individuales o colectivas, a quienes participan en la campaña Caritas-Líbano, a organismo oficiales y sociales de la Iglesia, a quienes participan con la Cruz Roja o con otras organizaciones y asociaciones benéficas, así como como lo que están colaborando en las parroquias y fundaciones. No olvidemos que las necesidades de nuestro pueblo, hoy, son materiales, espirituales, morales y culturales.

Segundo: Medidas relacionadas con el gran de ayuno y abstinencia.


6 . Ayunar es abstinencia de comer alimentos desde la medianoche hasta el mediodía, con posibilidad de beber agua únicamente, desde el Lunes de Ceniza (15 de febrero) hasta el Sábado de la Luz (3 de abril), a excepción de los siguientes días festivos: San Juan Marón (2 de marzo). los Cuarenta mártires (9 de marzo), San José (19 de marzo) y Anunciación de la Virgen (25 de marzo); Con excepción del sábado y domingo, según la enseñanza de las Constituciones Apostólicas (año 380). El sábado es el memorial de la creación y el domingo el memorial de la resurrección. Estas leyes excluyen el Sábado de la Luz "porque el día en que el Creador estuvo sepultado, el gozo y la fiesta no son buenos, porque el Creador sobrepasa a todas sus criaturas en naturaleza y honor".


7. La abstinencia es abstenerse de comer carne y huevos durante la Semana Santa, y todos los viernes del año, excepto el tiempo entre Pascua y Pentecostés, Navidad y Nochebuena y las fiestas litúrgicas en las que es obligatorio participar de la Santa Misa, como: Navidad, Epifanía y Presentación del Señor al templo, San Marón, San José, Ascensión, los Apóstoles Pedro y Pablo, la Transfiguración del Señor, la Asunción de la Virgen al Cielo, la Resurrección del Cruz, todos los santos, la Inmaculada Concepción y la fiesta patronal de la Parroquia.


8. La abstinencia se practica según una antigua costumbre de piedad, los cuales se conserva en todas las Iglesias orientales, católicas y ortodoxas, en preparación para ciertas fiestas específicas, como son: El Nacimiento del Señor Jesús, —y las hemos limitado, para facilitar a los fieles — del 16 al 24 de diciembre, la víspera de la fiesta de los santos los apóstoles Pedro y Pablo y lo hemos definido del 21 al 28 de junio, y en la fiesta de la Asunción de la Virgen al cielo, la restringimos entre el 7 y el 14 Agosto.


9. El ayuno eucarístico es abstenerse de comer a partir de la medianoche antes de la Comunión o al menos una hora antes, en preparación para unirse con el Señor en comunión con su Cuerpo y Sangre.


Conclusión

10. La Iglesia organizó la Liturgia de la Gran Cuaresma, para antes de la pasión, muerte y resurrección de Cristo Redentor, como un tiempo de preparación y espera del encuentro del Divino Esposo, Salvador del mundo y Redentor de la humanidad, y para cruzar con él a una nueva vida. La resurrección es el evento principal y hace posible, que Cristo el Señor esté presente con nosotros para siempre.


Esto es lo que entendemos pen ese diálogo que san Mateo dejo en su Evangelio: “Los discípulos de Juan se acercaron a Jesús y le dijeron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia y, en cambio, tus discípulos no ayunan? ”Entonces Jesús les respondió: ¿Acaso pueden estar de duelo los amigos del esposo mientras el esposo está con ellos? Ya vendrá el día en que les será arrebatado el esposo; entonces, ya ayunarán" (Mateo 9, 14-15).


Desde la misma perspectiva, se nos muestra el concepto de preparación penitencial antes de las fiestas: Navidad, los dos santos Apóstoles Pedro y Pablo, y la Asunción de la Virgen María en su cuerpo y alma a los Cielos, porque estas fiestas requieren una preparación espiritual para obtener sus bendiciones y entrar en su alegría.


Le pedimos a Dios, por intercesión de nuestra Madre, la Virgen María, que acepte nuestro ayuno y que sane a los afectados por la epidemia de coronavirus, y para que extermine esta epidemia con el poder de Su resurrección y la abundancia de Su misericordia.


Con mis constantes oraciones y amor.


Desde nuestra sede patriarcal en Bkerke, el 11 de febrero de 2021


+ Su Beatitud Bechara Pedro cardenal Rai

Patriarca de Antioquía y de todo Oriente





 
 
 

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