Domingo de los Fieles Difuntos - Homilía del Patriarca Maronita Rai.
- Noticias Maronitas
- 20 feb 2022
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DOMINGO DE LA CONMEMORACIÓN
DE LOS FIELES DIFUNTOS
II SEMANA DE LAS CONMEMORACIONES
Homilía de Su Beatitud Bechara Pedro cardenal Rai.
Patriarca de Antioquía y de todo Oriente
Domingo de la Conmemoración de los Fieles Difuntos
III Semana de las Conmemoraciones
Pontificio Instituto Patriarcal Maronita en Roma
Domingo 20 de febrero de 2022.
“Tienen a Moisés y a los profetas. ¡Que los oigan!”.
Queridos padres, mis amados hermanos y hermanas:
1- Este domingo y durante la semana nuestra liturgia maronita conmemora a nuestros fieles difuntos en el Señor, durante esta semana rezamos por todos los difuntos y por nuestros difuntos en particular, recuerdo especialmente con ustedes a la madre del obispo Rafic Al-Warsha, nuestro hermano en el episcopado, el delegado patriarcal ante la Santa Sede y el Superior del Instituto Pontificio Patriarcal Maronita en Roma, con él nos despedimos de su querida madre Ninat, que falleció hace aproximadamente un mes en el Líbano y también, recordamos con ustedes un viejo amigo que todos conocen, con quien tuve una amistad especial con su familia también, ya que trabajamos juntos durante mucho tiempo en Radio Vaticano, el difunto Jamil Gabriel, a quien celebramos un año después de su muerte.
2- Me complace celebrar con ustedes esta divina liturgia maronita en presencia de todos ustedes, doy una bienvenida especial a nuestro hermano Monseñor Youssef Soueif, Arzobispo de Trípoli, así como a nuestro hermano Monseñor Youhanna Rafic Al-Warsha, a los representantes de las órdenes monásticas maronitas acreditadas ante la Santa Sede, los amados padres y todos los presentes que están con nosotros, a quienes me alegra encontrar cada vez que visitamos Roma.
3- La palabra de Dios nos llama en este bendito domingo a unir la fe con el amor, qie significa traducir el amor y la fe, al servicio de los humanos y de los más necesitados. El dilema básico en el evangelio de ricos y pobres, no es sólo es acerca de la riqueza, porque puede ser una bendición cuando nos damos cuenta de cómo emplearlo para servir al hombre y mantener la dignidad humana.
4- El problema principal es que este hombre rico del que habla el Evangelio de hoy, ha endurecido su corazón, y ha cerrado su mano y su puerta a sus hermanos humanos más necesitados, y lo más importante que el hombre pobre del Evangelio de hoy, es una imagen viva de un gran número de nuestros niños necesitados en todas estas circunstancias actuales, son muchas necesidades materiales, físicas, morales y espirituales, todos los necesitados piden un corazón abierto y una mano generosa, todos necesitamos a Lázaro, a veces con nuestra pobreza espiritual más que material, para volver a la misericordia de Dios, y tratarnos unos a otros con amor y fe, solo los creyentes pueden amarse y servirse como Jesucristo. San Juan de la Cruz dice: "Al final de la vida, seremos juzgados en el amor, una fe traducida como actos de amor y misericordia. La respuesta de Abraham al hombre rico, después de la petición de este último, de enviar a Lázaro a sus hermanos y a su familia, para decirles sobre el tormento del fuego, fue una respuesta severa: “Tienen a Moisés y a los profetas”.
"Al final de la era seremos condenados a la fe traducida actos de amor y misericordia. La respuesta de Abraham al hombre rico después de la petición de este último de enviar a Lázaro a sus hermanos y a su familia para contarles sobre el tormento del fuego, fue una dura respuesta: "Tienen a Moisés y a los Profetas”.
Los profetas representan la palabra de Dios, y está en nuestras manos, los escuchamos y los oímos.
Esta palabra que nos reaviva a través de la Iglesia, a través de nuestra liturgia y la oración, es la verdadera guía para vivir la fe y traducirla, en obras de amor y servicio.
5- Me permito hacer un llamamiento desde aquí, desde Roma a los funcionarios del Líbano, a la luz del Evangelio de hoy, el Evangelio de la fe y del amor, para decir: No podemos continuar en el Líbano por el camino que estamos andando. Ustedes que tienen encomendadas las capacidades del país, el dinero público, los puertos y servicios públicos, las relaciones con los estados y el valor nacional que existe para servir a nuestro pueblo, no pueden seguir despilfarrándolo, trastornándolo, colapsando el país y desplazando el pueblo libanés de su tierra. No se puede seguir despreciando la demolición del país y el empobrecimiento del pueblo, a pesar de todos los llamados del mundo entero, como si les quedara aceptar en sus manos para cumplir con su deber, a la cabeza está Su Santidad el Papa Francisco, excepto que no deja oportunidad para hacer un llamamiento a ellos. Estoy con ustedes desde Roma, les renuevo el llamado y rezo por ellos, especialmente por los funcionarios temerosos de Dios, al pueblo las buenas intenciones, para que Dios los inspire a los mejores caminos para rejuvenecer el país desde su política, colapso económico, financiero, de subsistencia y social. Oremos por la intención de los funcionarios que todavía ostentan sus cargos destruyendo intencional o no al país, y trastornando el rumbo del Estado y sus instituciones, para que Dios toque sus conciencias y sólo Él puede hacerlo, porque la conciencia es la voz de Dios en lo más profundo del hombre y se den cuenta de la magnitud de la responsabilidad que está en sus manos. Para que los libaneses se den cuenta de que necesitamos unir nuestras manos, declarando y manifestando que los días pasados terminaron, los días de odio, rencor y divisiones, los días de las milicias que buscan llevarnos de vuelta a una página que pasamos hace cuarenta años. Basta ya de heridas como si fuéramos enemigos unos de otros mientras somos una sola familia libanesa que tiene un papel y un mensaje en este Oriente, que debe saber volver a jugar ese papel, en un estado de apertura a todos, de encuentro, de diálogo y de la belleza de vivir juntos.
6- Con ustedes oremos por todas estas intenciones, mientras rezamos por el descanso eterno de las almas de nuestros difuntos y de los fieles difuntos, diciento: “Concédeles el descanso eterno, oh Señor, y brille sobre ellos tu luz eterna…”
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